En la película de este título (1977), el cineasta sueco Ingmar Bergman muestra como se va incubando de manera imperceptible el sistema fascista en una sociedad. Pareciera que la transición política que se ha dado en México, en lugar de dirigirse hacia la democracia plena y el Estado de Derecho se encamina paso a paso hacia el fascismo. Éste, surgió históricamente luego de la tardía intervención de Italia en la Primera Guerra Mundial, que dejó a ese país empobrecido y decepcionado al no conseguir apropiarse de los territorios que ambicionaba en los Balcanes. Ante el avance de los movimientos obreros y la inestabilidad social, la burguesía apoyó al partido que garantizara el “orden” y reforzara la autoridad del Estado, instaurándose un régimen dictatorial y totalitario, en el que la oposición fue perseguida, los líderes sociales encarcelados o exiliados y suspendidas todas las garantías constitucionales. Aunque las circunstancias culturales y sociales de hoy son diferentes a las que existían en los años 20 del siglo anterior, y por ello es poco factible se dé un sistema político que reúna todos los aspectos que caracterizaron a ese régimen (sociedad jerarquizada, dividida en corporaciones; bajo la dictadura de un partido único; con un gobierno totalitario que se legitima mediante la exaltación del nacionalismo, apoyado por la alta burguesía); sin embargo, los regímenes autoritarios contemporáneos comparten con el fascismo su carácter dictatorial, antidemocrático, antiparlamentario y monopartidista. El gobierno de Calderón, al influjo de la ideología que sustentan, tanto él como su partido, aunado a una serie de circunstancias históricas desgraciadas han posibilitado la generación de un régimen autoritario. Los últimos gobiernos priístas, supuestos herederos de la Revolución, quebrantaron la ya disminuida fortaleza del Estado mexicano. Al abrazar con fervor los dogmas neoliberales acabaron con los restos de nuestra independencia económica, especialmente por la venta de la industria paraestatal y la apertura indiscriminada de los mercados que acarrearon la ruina de industriales y productores de materias primas. La alternancia en el poder será entonces el resultado del agotamiento del modelo del partido único y de la crisis económica recurrente. Sin embargo la administración de Fox, se cerró a sí misma las puertas para que el país pudiese transitar a la democracia y el progreso. Para gobernar hizo a un lado al partido que lo llevó al poder aunque era incapaz de negociar con sus adversarios del Congreso generando recíprocas concesiones. Pretendió doblar la voluntad de diputados y senadores, enemistándoles con la opinión publica, mediante el desprestigio constante en los medios de comunicación. Al no lograr su propósito, prácticamente renunció a gobernar desde los primero años de su gestión, incrementandose su frivolidad y su incontinencia verbal y refugiándose en el valemadrismo (“yo por qué”). La nación quedó así sin rumbo y sin timón a merced de los poderosos, nacionales y extranjeros. Al carecer el gobierno de la fortaleza que brindan unos abundantes bienes estatales, hoy casi inexistentes; con una economía nacional deprimida; sin el apoyo mayoritario de la población; sin una legitimidad indubitable procedente de las urnas, el gobierno de Calderón, en lugar de un salto hacia adelante, optó por una salida retrógrada de corte fascista. Al pretender gobernar bajo el cobijo del ejército, se encamina hacia la dictadura; al consentir que los grandes monopolios sigan concentrando la riqueza: propiciará la antidemocracia; al permitir los ataques al Congreso, debilitará al parlamento; al intentar transformar al PAN en el partido del gobierno (como en el antiguo régimen), ensayará reimplantar el monopartidismo. ROGER MAJO