SE PERDIÓ ALÍ BABÁ EN EL BOSQUE DE LA CHINA
En estos tiempos de fabulas orientales, el affaire Ye Gon parece imitar en todos sus detalles al llamado escándalo Irán-Contras. Durante la administración de Ronald Reagan, el Congreso de ese país se negó a otorgar al Ejecutivo recursos destinados a pertrechar a la Contra nicaragüense que luchaba contra el gobierno sandinista, legítimamente constituido. Ante la oposición, el gobierno de Reagan organizó una operación ilegal encubierta, para que a través de Irán se triangulara el apoyo de armas y pertrechos para ese movimiento reaccionario. A la postre, esta conspiración sería descubierta y originaría la caída y prisión benigna a funcionarios de mediano nivel. En esa oportunidad, se mencionó con insistencia, que los fondos provenían del trasiego y venta de droga colombiana realizado por la CIA para abastecer a los adictos de la comunidad afro americana de California. Supongamos, que… hubo una vez…, una agencia del gobierno estadounidense que por si sola o con la intermediación de alguna fundación derechista, al considerar que AMLO representaba “un peligro para México”, es decir para sus intereses, fondeó en forma periódica inmensas sumas de dinero provenientes de la venta de anfetaminas en la Unión Americana. Estos cargamentos, por supuesto al cash, para evitar su rastreo, se hicieron llegar a los personeros del Partido Azul, por intermedio de Ye Gon, que ya con anterioridad se dedicaba al comercio internacional de ese satisfactor, con el disimulo o la anuencia de los organismos gubernamentales mexicanos de Hacienda y Salud. Por desgracia, algunos funcionarios mexicanos de la procuración de justicia que se percataron de las operaciones ilegales del ciudadano naturalizado, celosos unos de su deber y otros en busca de su mejoramiento patrimonial, pretendieron aprehenderlo o extorsionarlo. Éste, indignado con sus socios, por el incumplimiento de lo pactado, protestó airadamente, lo que puso sobre aviso a los patrocinadores de allende el Bravo. Así se enteraron que tanto el intermediario como los personeros del Azul, habían apartado un “guardadito” de las remesas totales, en calidad de compensación por sus servicios y como seguro de desempleo. Ahora el problema consistió en cómo apaciguar a Ye Gon, en cómo regresar el “sobrantito” reclamado por los patrocinadores y en cómo hacer para que el nuevo gobierno saliera lo menos raspado posible. Para ello se fraguó una trama barroca que fue complicándose cada vez más por los intereses contrapuestos de los interesados. Primero se incautó el dinero, se le regresó a los güeros y para esta acción no se detectara fácilmente se le enredó aplicándole la rutina del “juego de la bolita”. ¿Dónde quedó? ¿Estará en Banjército, estará en Bank of America, o en el Santander? ¡Lástima Margarito! No se encontraba en ninguna de las nueces, pues por are de magia agiotista fue convertido en una ficha de depósito, ya que los dólares se enviaron ayer o anteayer ¿o sería mañana? Lo más seguro es que el dinero nunca existió como los muertos de la bananera de Macondo. ¡No se descorazonen señores y sigan apostando a la bolita! Luego se afrontó el problema del farmacéutico trasnacional, quien tuvo la precaución de filmar unos videos comprometedores. Reclamaba amnistía, el pago de su comisión y la devolución del dinero propio que conservaba junto a la gran masa del guardadito, creyendo que, de esa manera lo protegía políticamente. Aquí entrará en escena mister amigou, quien al tiempo de ocultar sus fechorías, se le presentó la oportunidad dorada de apersogar aún más a sus angustiados gerentes mexicanos, quitándoles la papa caliente que amenazaba con destruir, la ya de por sí, exigua legalidad de gobierno carente legitimidad. Los americanos retendrán pues, al empresario causante del enredo, acusándolo de un delito leve, que le permitirá gozar de unas merecidas vacaciones bajo arresto domiciliario, para que al termino de la condena, más enfriado el asunto, pueda interponer recursos judiciales al infinito, que impidan su extradición a México, que por lo demás, le será requerida sin mucha convicción o fuera de término o fundamentada con argumentos tan endebles que hagan nugatoria la demanda, para siempre amén. Sin embargo en toda trama política de esa envergadura invariablemente quedarán cabos sueltos a los que habrá “eliminar”. Como en el caso Colosio, también el hilo se romperá por lo más delgado, como parecen confirmarlo las muertes más recientes. Y colorín colorado, este cuento…. ROGER MAJO Agosto de 2007